miércoles, 25 de noviembre de 2009

Una historia sin final feliz

No me gustaba dormir. Hubiera sido feliz de no haber tenido esa necesidad que me hacía tumbarme, mantenerme inmóvil, cerrar la boca, entornar los ojos y soportar el sinvivir en la oscuridad de cada día. Desde hacía un tiempo, moría de noche y soñaba de día. Me alejaba de su dormitorio, salía silenciosa, me tumbaba en un rincón y descansaba acurrucada, con un ojo abierto, por si venía a por mí... y vino. Gritaba amor con cara de odio, mientras me arrastraba de nuevo a aquel lugar: el dormitorio. Esta vez al fin dormí...en sus brazos no, en sus manos. Al día siguiente no volví a soñar.

Maite Etxeberria Ziritza

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